martes, 13 de agosto de 2013

Adiós a las armas

Aquí, a mano izquierda, pueden
apreciar una cubierta que
resume bien la trama
Escribir como Hemingway puede parecer fácil, pero su gran capacidad de síntesis, de decir mucho con poco sin generar un ambiente caótico, no está al alcance de todos. Atención a los punto y seguido: «La villa estaba vacía. Rinaldi se había ido con los del hospital. El comandante se había llevado al personal con él. Había una nota para mí, sobre la ventana, recomendándome que llenara las ambulancias con el material abandonado en el vestíbulo y que me dirigiera a Pordenome. Los mecánicos ya se habían ido. Volví al garaje. Las otras dos ambulancias acababan de llegar y los conductores bajaban. Llovía de nuevo». 

Si no te gusta esa manera de narrar, lo mejor es que ni te acerques a esta novela. Hemingway, además, hace que los personajes sean lacónicos, sobre todo los dos protagonistas; éstos, enamorados hasta la médula, tienen longos diálogos llenos de frases cortas; o sea, que vas a leer topicazos hasta aburrirte. No se lo tengamos en cuenta al bueno de Ernest: Adiós a las armas tiene grandes momentos. Por algo el autor se llevó el nobel en el cincuenta y cuatro gracias al conjunto de su obra. 

Aquí, a mano derecha, pueden
apreciar la última obra de Loureiro...
¡Ah!, no, perdón, es, es... 
Hablando del nobel, ¿sabías que Ernest no fue a recoger el premio? Tenía la sana costumbre de evitar los círculos intelectuales, y le repugnaba la etiqueta tanto como hablar en público.

Adiós a las armas es una broma cruel de atmósfera castrense; lo comprenderás cuando leas el final, instante en el que más se aprecia la obra porque sale a relucir cuál es la verdadera intención del autor. Antes de llegar a eso, habrá que seguir la vida de Frederick, un joven teniente americano que se alistó en el ejército de Italia durante la primera guerra mundial. Frederick conduce un grupo de ambulancias allí donde las necesiten y, como no pierde el tiempo, seduce a una enfermera escocesa, de la cual se enamora. Se nota que la novela es autobiográfica, porque Ernest tuvo vivencias similares: tras el volante de una ambulancia, experimentó de cerca lo que es una guerra, y también se enamoró de una enfermera. ¿Qué tendrán las enfermeras?

Mira los fuegos artificiales, qué bonitos
Los diálogos tienen una presencia importante en la mayoría de los capítulos, y las descripciones son, por lo general, cortas. No obstante, como nuestro amigo Frederick es un hombre que nació con mala estrella, le cae encima una situación —no voy a decir cuál para evitar un spoiler— que le tiene retenido durante eones. Tal vez ése sea el motivo de que a la gente, en los foros, le entusiasme más la segunda mitad, pues ahí Frederick deja atrás esa situación. A mí me gustaron las dos indistintamente.

Aun con mitad anquilosada, Adiós a las armas es uno de esos clásicos atemporales que envejecen bien. Una parte de Hemingway está atrapada en su interior; leerlo es igual que viajar a sus recuerdos, ornados con una mirífica fantasía novelesca. El celuloide no podía dejar escapar algo así y le dedicó un par de versiones; abajo puede verse a Gary Cooper leyendo el libro en el rodaje del treinta y dos. Seguro que arruga un poco el ceño porque está en la primera mitad.

4 comentarios:

  1. La cara de Gary es un poema xD.

    Lo de las enfermeras quizá sea porque entonces no habría muchas otras mujeres en kilómetros a la redonda de las trincheras.

    O quizá por la cofia...

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    1. Frederick, al ser un oficial encargado de unas ambulancias, no tuvo que tragarse mucha trinchera, y coqueteó con varias mujeres, algunas de ellas meretrices...

      Tu razonamiento es bueno, eso sí. :)

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    2. No lo había visto así :).

      Es lo que tiene no haber leído el libro y basar toda mi suposición en un episodio de Band of brothers, ni siquiera ambientada en la misma guerra.

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    3. Bueno, la primera guerra mundial es «la gran desconocida», porque fue eclipsada por la segunda.

      Pero lo que dijiste tiene sentido. Lo que pasa es que yo no entiendo el fetichismo que hay con todo eso de las enfermeras xD. Las agujas mejor lejos, gracias. ;)

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