sábado, 11 de mayo de 2013

Orgullo y prejuicio

Portada donde se aúnan la elegancia y
el ingenio; por eso se hace notar
Ya en los primeros capítulos se deduce el motivo principal de que la novela se llame así: Darcy, el personaje masculino más importante de esta clásica historia romántica, es la personificación del orgullo; e Isabel, que es la protagonista, del prejuicio. El primero mantiene una actitud altiva que da pie a malas impresiones, y la segunda se conforma con juzgar un libro sólo por sus tapas. De ahí que su primer encuentro sea desastroso.

Pero ¿qué tiene Orgullo y prejuicio para que sea leída aún hoy? Su prosa parece, al principio, un poco brusca, con mucho diálogo y poca o ninguna descripción. Austen no usa uno de esos grandilocuentes inicios donde se describe el entorno con sumo detalle, como en Rojo y negro, ya que prefiere ir al grano y meter al lector en la historia sin dar rodeos: «Es una verdad generalmente admitida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, debe tomar esposa». Y se acabó. Así de fácil. Con eso quedan claras las reglas del juego. 

«Grandes hombres tienen malos
parientes», dijo una vez Dickens.
Isabel es una gran mujer, y...
Evidentemente, la agilidad no siempre va a hallarse en cada página, pues la novela es hija de su época; sin embargo, Orgullo y prejuicio está construido con maestría, y el resultado es una trama bien engrasada cuyos mecanismos funcionan a la perfección. Cada personaje, cada escena, todo se mueve intentando agradar al lector, porque ésa es la meta de la autora: satisfacer al afortunado que se adentre en sus líneas. Aquí no hay soporíferas digresiones o párrafos ampulosos que gotean términos oscuros: la flecha va directa al meollo.

Los personajes tienen una personalidad fácil de definir —la estudiosa, la bondadosa, el adulador—, pero se compensa con un buen grado de sátira, la cual está presente en acciones, diálogos... Austen retrata mordazmente a la sociedad británica de aquellos días lejanos. Lejanos días, sí... ¡Cómo ha cambiado todo! ¿Verdad? Ya no se chismorrea a las espaldas de nadie, no se difama, no se miente. Ahora somos pedazos de pan Bimbo, ositos amorosos.

¿Seguirá vivo este clásico dentro
de un milenio? Seguro que sí
Curioseando por los foros me percaté de algo: algunas personas, tras leer el libro, se sienten decepcionadas porque le falta una pizca de pasión, no se muestra un amor desaforado. Recordemos que fue escrito a finales del siglo dieciocho, publicado a principios del diecinueve, y los personajes pertenecen a la clase alta; es normal que éstos adopten comportamientos afectados cuando abandonan los círculos íntimos; aun dentro de los mismos, si hay cercanía con la nobleza, habrá maneras impostadas. Sin olvidar que Austen buscaba algo más que contarnos una bonita historia de amor; ella pertenece a ese selecto y pequeño club de grandes escritores que supo explicarnos, descarnadamente, el mundo que le rodeaba; una parte de él, al menos.

¡Oh!, y antes de que se me olvide: el film Tienes un e-mail —que es un remake de El bazar de las sorpresas, película que no he visto  fue inspirado, en parte, por esta novela.

4 comentarios:

  1. No he leído el libro, pero si he visto la película, es una de los films de época que más me han gustado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo la película no la vi. Y no sé si lo haré, porque seguro que es un calco del libro, jeje. Creo que también hay una miniserie.

      Eliminar
  2. Sí, ahora somos unos cachicos de pan, todo bondad y buenas intenciones... :P

    No tenía ni idea de lo de Tienes un e-mail.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te digo la verdad: no se me ocurría qué libro reseñar, y al ver el avatar de la última persona que me sigue...

      Si ahora entra alguien con uno de James Joyce, me tiro por la ventana. :-O

      Eliminar