domingo, 9 de septiembre de 2012

El prisionero de Zenda

El ilustre prisionero espera su destino
Aventura, honor, lucha, intriga, romance, heroísmo, maldad, celos... El prisionero de Zenda, como cualquier novela de capa y espada que se precie, contiene en sus páginas todo lo anterior.

Rudolf Rassendyll es un noble adinerado que, aburrido de su vida en Inglaterra, decide tomarse unas vacaciones en Ruritania. Allí descubrirá que su físico es extremadamente parecido al del rey —podrían pasar por gemelos—, y se meterá de lleno en un brete debido a ello: cuando el monarca es secuestrado por su propio hermano, Michael el Negro, Rudolf tiene que sustituirlo si no quiere que el reino se venga abajo. La situación es grave, pero no termina ahí, porque no basta con actuar, también hay que escoger el momento más propicio para un complejo rescate. La perfidia del hermano sólo puede terminar con la muerte de uno de ellos... o de ambos.

Este título es uno de esos clásicos
cuya lectura siempre es fresca y
recomendable
Las escenas son notables, y quedarán fijas en la memoria del lector durante un tiempo. Anthony Hope, consciente de ello, hará un breve recordatorio de las mismas antes de llegar al final; incluso comentará algo sobre la «casualidad» que le sirve a Rudolf para escapar de un aprieto peligroso. Todo sea para enlazar las emocionantes luchas, incursiones e intrigas con la mayor rapidez posible. Las escasas doscientas páginas vibran con el estruendo de los disparos y el entrechocar de las espadas.

Entre villanos carismáticos y damas en apuros, Rudolf, paradigma de cómo debe ser un gentil caballero inglés, deberá hacer frente al peor de los enemigos: la tentación de quedarse con el reino y casarse con la princesa. ¿Quién no caería en ella? Se trata de una lucha interna que dota al protagonista de humanidad, algo que ciertos héroes clásicos, encajados por completo en el bando del bien, no poseen. ¿Conseguirá Rudolf dejar a un lado esa tentación y salvar al rey?

El cine ha hecho numerosas versiones
Es posible que el inicio resulte un poco brusco debido a que empieza directamente con un diálogo; pero la trama es tan sencilla que es difícil perderse. Opino que El prisionero de Zenda es una lectura apta para jóvenes y adultos. Enseña que el honor está por encima de la vileza, que los problemas deben afrontarse sin temor y que aun en el fracaso existe la dignidad. Lecciones fáciles de olvidar, por desgracia. 

A veces es reconfortante visitar una vez más las novelas clásicas de aventuras. Hay en la nota previa de mi edición, escrita por Luis Alberto de Cuenca, una parte interesante que dejaré aquí: «Henry James se quejaba del escaso realismo de las novelas de Stevenson: "Yo he sido también niño y nunca se me pasó por la cabeza ir a buscar un tesoro escondido". A lo que Stevenson respondió: "Si usted nunca ha buscado un tesoro escondido es que nunca ha sido un niño"».

Y es que Stevenson —Tusitala, para los amigos—, al igual que Hope, conocía el verdadero significado de la palabra «aventura».

4 comentarios:

  1. La versión de la pelicula que recuerdo haber visto siempre me gustó así que la novela imagino que también.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo he visto la de 1952 y me gustó. A ver si más adelante veo las otras para poder compararlas.

      Eliminar
  2. Tal y como la has presentado, me vienen a la mente recuerdos de todas las novelas de aventuras que leí de pequeño.

    Si me topo con ella me la quedo, para recordar viejas búsquedas de tesoros y combates a capa y espada ;D.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Pedro! ¡Cuánto tiempo!

      Con «El prisionero» no te vas a arrepentir, ya verás. Es de lo mejor que se puede encontrar en el género.

      Eliminar